jueves, 17 de febrero de 2011

Fuimos a la casa CILC

La juventud es feliz porque es ciega: esta ceguedad es su 
grandeza: esta inexperiencia es su sublime confianza. 
 ¡cuán hermosa generación la de los jóvenes activos!
José Marti


    Llegó el 6 de febrero y fuimos a Floresta. A la casa CILC
    El lugar es increíble. Es una casona antigua de salones holgados, techos altos, ventanas con claraboyas y persianas que escalan las paredes, pisos de pinotea, patios, arcadas trabajadas,  terrazas... seguro que hasta tiene algún fantasma de época, como todas esas casas de capital, que nacieron antes de la mitad del siglo pasado. Es cordial, bohemia, matizada con músicos, plásticos, escritores... que construyen su estilo con muchas ganas y muy buena onda y mucho talento. El clima se gesta por la coparticipación de todos los presentes.
     Compartí la noche con tres escritoras de excelente calidad. Presentamos nuestras obras en el patio, preparado para el evento con mesitas y sillas tipo bar, alternando las lecturas con música de jazz. Se creó un momento íntimo de placer, un momento perfecto,  y todo a media luz

 
   Gracias, Sebastián Realini,  por invitarme, por tratarme con tu habitual soltura y simpatía. Gracias, también, a las chicas y chicos, que proyectan, modelan, plasman...  junto a vos,  este espacio cultural.

  

 Silvia Mendoza

 
Silvia Mendoza.

No es necesario hablar de mi poesía.
Sólo diré que, a algunas, las llamo revoltosas.

(No acepten todo como se les diga.
Nada que ver conmigo...)


Patricia Verón.

Desde la cotidianeidad, construye un mundo de increíbles posibilidades y profundos replanteos. Invita al lector a reencontrarse con  esa antigua y perdida magia  de descubrir, a partir en los elementos y hechos comunes, las incognitas, y las respuestas, que obligan a que se revalúe la mirada sobre la existencia.


Lilián Cámera

 Lilián Cámera

Hermosamente metafórica, busea profundo en aguas, a veces, turbulentas. Saca a relucir la esencia de las cosas y las pone sobre la mesa, para que cada quien se haga cargo del espejo que se genera al leerla.

Alejandra Correa

La infancia la transforma en árbol, en río, en barro, en mujer colgándole vida a sus dobladillos. Sus pies memoriosos recorren la niñez y nos llevan atrás, adentro, lejos.


Ella dice: Vivo / en una gota de espacio / sin / hacer / ruido
 

y sin embargo, el no-sonido de ese espacio nos deja perturbados.






 




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