domingo, 26 de septiembre de 2010

Julio/Agosto de 2010
Cadáver exquisito
                      
Esta es la consecuencia del loco trabajo surrealista en el que participaron escritores
Cada uno puso una ínfima porción de subconsciente (o de locura…, o de magia…, no importa), y por supuesto, el resultado no podía ser otro.
Pero no se preocupen. Este estado alterado se puede llevar a cuestas sin daños colaterales.
Me maravilló la forma en que se han encadenado los párrafos. En algunos casos se ha provocado tal conexión con el siguiente integrante, que me da la sensación que el mismo autor es el que continúa la obra del otro.
Ha sido una muy buena experiencia.
Gracias por su participación.
Hasta el próximo juego.
Silvia C. Mendoza

Integrantes:

 


1) Silvia Mendoza  

2) Silvana Dantoni  
         
3) Carlos Monticelli 
          
4) María Laura Castro    
  
5) Marina Guarnieri  

6) José Curia 

7) Marcela Galván  

8) Alejandra Achy  

9) Durval Ángel Abásolo 

10) Cecilia Serrano   
       
11) Zonia Orellana   

12) Marcos Polero          

          
         Texto del cadáver exquisito



                    
   1) Silvia:           La luna parecía suicidarse detrás del acantilado. Mientras, el mar escondía sus lamentos en un torbellino de espuma y sal que alcanzaba la costa sólo por un instante, para no regresar nunca más.
                       En ese cuadro de luces apagadas, fantasmales, bajé hasta la playa. Busqué en la arena alguna huella que me indicara hacia donde ir, pero el agua se había llevado los restos, no dejando rastro alguno.
          2) Silvana:       Entonces el sol volvió a desaparecer y nuestros únicos testigos fueron los cientos de balcones que estaban frente a nosotros. Y nos amamos en aquel balcón, como cualquier otro primero de enero. La estrella se encendió y continuamos besándonos. Abajo, en la vereda, teníamos el viejo árbol con forma de dragón, ese que tantas veces nos vio entrar en el departamento de Avenida Gaona y Patricios.
          3) Carlos:          En esa esquina, el bar con su luz mortecina, amarillenta y melancólica, que gimoteaban sus lámparas ahorcadas, envolvía los diálogos de trampas, encuentros furtivos, amores prohibidos y de los otros, tiñendo de un extraño color ocre a las palabras derramadas por las bocas pastosas de alcohol y el carmín de un lápiz labial barato.
           4) M. Laura:     Un lápiz labial barato en la copa de cristal marcó la diferencia, pista sutil de que ella había estado allí.
       Y otro dato singular: El barro en la alfombra dibujaba una huella de pie diminuto.
5) Marina:         Huella de pie diminuto orada la arena. Escondido en la palma de la mano, racimo de besos, casi suspiro de ángel, profundo como respiración somnolienta, tibio, grato, acurrucado en el instante mismo de la tarde que va desapareciendo. Listo para escapar en cualquier momento, para alimentar esperanzas.
 A la orilla del río, los deditos enfriados roban sinceros, el calor del beso.
6) José:             Los deditos enfriados roban sinceros, el calor del beso Y sus ojitos vivaces disparan preguntas buscando respuestas bajo la luna creciente, ¿por qué sus sueños, no tiene memoria?
7) Marcela:        Tal vez lo acosa su realidad absurda, inconexa.
8) Alejandra:   Tal vez sí, seguramente ya nada cambie, nada se transforme, nada será igual. Caminaba sin rumbo, hacia la nada, sin una mínima esperanza de hallar un sentido real a tanta burla, todo a mansalva. La traición había llegado a un punto álgido, clara y concisa se habría paso en la memoria.
                   Despreocupadamente al cabo de unas horas se sentó a tomar el té.
9) Durval:        El té estaba frío y con gusto a sardinas. Espolvoreó el extracto de morcilla electrónica y neutralizó los emblemas frenéticos.
                  Quienes pudieron observar, consignaron el hecho en el Juzgado. 
                  El engranaje mefistofélico estaba en su alborada.
10) Cecilia:      Los ángeles distraídos se entregaban al pensamiento frívolo. Hilos dorados, perlas impolutas y esencias aromáticas.
                  El tiempo cumplió su mandato, se ocupó de quebrantar la solidez del espíritu y lasenvilecidas almas buscaron con ardor impaciente a las víctimas de su anhelo.
                  Cayeron entre los pliegues inciertos de arenas movedizas que devoraron sus  entrañas.
11) Zonia:        Fue un momento de terror y angustia. Sentí frío ¿Qué había sucedido? ¿Tal vez una ceremonia religiosa?  Es imposible saberlo.
.                La selva húmeda y oscura no permitía distinguir bien el camino. Anduve a tientas tratando de escapar.
12) Marcos      Al fin pude zafar de sus garras pero en la lucha fui perdiendo trozos de mi cuerpo. En primer lugar se desprendió en el forcejeo mi brazo derecho. Para ganar distancia hacia la supuesta salida trataba de mover mis piernas lo más rápidamente, sin embargo el espacio ganaba en densidad como si me estuviera desplazando por un océano viscoso. En el empuje, mi corpulencia se iba desgranando ora un dedo, ora un trozo de piel de mi pecho...
Marcela          ...Piel de mi pecho, conexión absoluta de los seres. El hombre es uno y a la vez es otro.  Sortear los intrincados pensamientos: delicado equilibrio. La magia inicial está, el destino se inscribe bajo las sutiles formas de la existencia.


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